MARZO . MUJER . 2

Maritza Villavicencio. Historiadora y fitomántica.

 Ha dedicado décadas de investigación al estudio de la mujer en el antiguo Perú y al rescate de tradiciones y visiones ancestrales que dan sentido a la lectura de nuestra historia, pero que también dan luces a la lectura de nuestro presente.

 

Maritza en su espacio donde lee los pallares.

Maritza en su espacio donde lee los pallares.

La emergencia de Maritza como fitomántica, le ha dado a nuestra historiografía, herramientas desconocidas. Ella ha unido dos mundos desconectados: la academia, cuyas ciencias sociales todavía mantienen los prejuicios que la configuraron en el siglo XIX, con el conocimiento y las prácticas milenarias del Perú, rescatando del olvido y la extinción saberes y tradiciones ancestrales que nos trasmiten una nueva versión de nuestro pasado.

Acaba de terminar la escritura de su libro “Mujer, poder y alimentación en el antiguo Perú”, una investigación de largo aliento acerca del verdadero lugar que ocupaba la mujer en nuestra historia antigua, y de la que se desprende una reflexión, de vida o muerte, sobre el espacio que ocupamos las mujeres en la actualidad.

 

Libros publicados de Maritza.

Libros publicados de Maritza.

 

Ya que se nos adjudica inopinadamente la labor de alimentar y el mantenimiento del hogar a las mujeres, y ya que esto nos impide desarrollar otras actividades fuera del hogar, ¿qué relación tiene la alimentación con el poder?

Mira, hoy en día, muchas mujeres, desde las jóvenes hasta las adultas mayores, sienten que la casa es un encierro y que no les permite posibilidades de desarrollo personal; esto se debe a nuestro modelo de vida. Es un sistema de vida que le ha quitado poder, no solamente a la mujer, sino a la actividad de cocinar diariamente, de lavar diariamente, en suma, a todas las actividades de mantenimiento. Tú puedes ser una excelente cocinera en tu casa, puedes ser excelente lavando, planchando, limpiando, pero, nadie te paga por hacerlo, las mujeres invierten su tiempo y su energía pero como son actividades no remuneradas, te empobreces. Lo máximo que te puede pasar, es que el día de la madre te den un regalo: un artefacto eléctrico para aliviarte la faena. Como en la actualidad el dinero es el medio por el cual se valora lo que haces, guste o no, un trabajo no remunerado como el que realizan las mujeres en la casa, no tiene valor o está desvalorizado. Incluso a las mujeres a las que se les paga por eso, se les paga lo mínimo, y en la gran mayoría de los países del mundo, es un trabajo que no está reconocido o no pasa por los medios formales. Si al trabajo en el hogar se le pusiera cifras, costos, salario digno, beneficios sociales, etc., cambiaría  toda la economía mundial. 

En la actualidad, muchas mujeres para obtener dinero y sentirse valoradas, tratan de estar en ese mundo público; pero resulta que el mundo público, ha sido creado a imagen y semejanza de los hombres. Entonces, la mujer que quiere sobresalir en él, que quiere estar en igualdad con los hombres, tiene que renunciar, con no pocas culpas, a mucho de lo que está dentro del hogar, y asumir comportamientos, conductas, tiempos y actitudes masculinas, porque no hay otra manera para surgir dentro de las exigencias competitivas del mundo laboral, profesional, empresarial, artístico, etc.

 

 

Comencemos por occidente. Esa historia de que los hombres eran los sustentadores, los fuertes… Esa imagen de un fortachón vestido de pieles enfrentando un bisonte, y, algunas veces -en broma-, hasta arrastrando a una mujer de los pelos, es una imagen totalmente falseada. Son imágenes que la historia ha creado desde fines del siglo XIX y comienzos del XX.

Estamos acostumbradas a escuchar “¡ay! ¡las mujeres hemos sido oprimidas toda la vida!”, pues… ¡No es verdad! Desde 30,000 años a.C. hasta 3,500 a.C., es decir, gran parte de la historia de la humanidad, el centro de las comunidades, era una mujer. Eran comunidades matrifocales y matrilocales.

La gran caza, no era relevante. La comida importante estuvo constituida por carbohidratos, vegetales, moluscos y pequeños animales, que fueron recolectados y cazados por las mujeres. Además, en la caza mayor participaban tanto las mujeres como los niños, porque cazar esos animales no se lograba mediante una lucha cuerpo a cuerpo; había que aislar a un animal de la manada, acorralarlo, rodearlo, etc.  En estas acciones participaba toda la comunidad.

Como resultado, dicen las arqueólogas europeas, que las mujeres, en realidad, contribuyeron con el 70% de la dieta alimentaria. Es decir, las mujeres para subsistir no dependían de los varones, por el contrario ellas y no ellos fueron el corazón de la subsistencia humana. Si consideramos que el arte refleja a la sociedad que lo crea, resulta que hasta 4,000 años a.C., abunda la representación de mujeres, de diosas conocidas como Venus Paleolíticas, y no hay representaciones de dioses ni de hombres.

 

¿Qué habrá sucedido para que cambie esa relación?

Hay varias teorías, básicamente dos: una plantea que fue un proceso interno de estas sociedades de la antigua Europa (básicamente, la occidental); mientras que la otra plantea, más bien, que en Europa oriental se desarrollaron sociedades de corte varonil, bélicas, que conquistaron a las comunidades de la antigua Europa, las dominaron y comenzaron la reversión del poder femenino.

Así como las arqueólogas europeas están revisando su prehistoria, también lo están haciendo las historiadoras sobre otras etapas, pues hay muchas omisiones y falsedades sobre el papel histórico de las mujeres, especialmente desde el siglo XIX, en que la ciencia se ha dirigido a justificar la reclusión de las mujeres en la casa.

 

 

¿Cómo fue en el antiguo Perú?

 Occidente nos conoce hace menos de 500 años, pero interpretó nuestra historia desde su punto de vista.  Antes de esos  500 años (481), en el Perú las relaciones de género, las relaciones entre hombres y mujeres fueron originales y muy diferentes a las europeas de entonces. La tesis central de mi libro -que se nutre de los hallazgos arqueológicos de las gobernantas, reinas, etc.- es que las mujeres tuvieron un poder inmenso en varias de nuestras culturas, y que ese empoderamiento se basó en tres espacios: la alimentación, la producción textil y la taumaturgia (la capacidad de sanar, de provocar lluvias, etc.).

Un ejemplo, sobre el Imperio inca se ha destacado la figura del inca, como su supremo emperador, sin embargo, hoy me queda claro que el Tahuantinsuyo estuvo constituido por dos poderes que funcionaban simultáneamente: el poder femenino y el poder masculino. La Coya, era la emperatriz y el Inca, el emperador. Ambos eran elegidos, pues, esas uniones eran totalmente políticas. Y eran las mujeres de las familias “reales” quienes tenían el peso decisivo en la elección de la futura Coya. Las Coyas gobernaron toda una estructura de empoderamiento femenino que existió a lo largo y ancho del imperio.

La historia del Tahuantinsuyo ha girado en torno a los Incas y desde una perspectiva masculina. Yo he estudiado lo femenino, que ha sido obviado completamente, a pesar que se encuentra en las crónicas de los siglos XVI y XVII. A ver, ¿quién es Mama Ocllo? Mama Ocllo no fue la pareja de Manco Cápac. Mama Ocllo fue la Coya que gobernó con Túpac Yupanqui, el Inca que logró la mayor extensión de territorio, el gran emperador, y ella fue la gran emperatriz. Decían los cronistas como Murúa que, aquello que Túpac Yupanqui y sus capitanes no lograban conquistar, lo conquistaba Mama Ocllo. Otro dato, Mama Ocllo era de Chincha. ¿Por qué se oficializó el quechua? Por ella,  el quechua chinchano se convirtió en la lengua de los incas. Y, ¿quién venció a los huarcos de Lunahuaná, que se resistieron por años al poder del Inca? Respuesta: Mama Ocllo.

En el antiguo Perú, las mujeres desarrollaron toda una serie de estructuras que funcionaron como órganos de gobierno, donde ellas tenían el poder. Ellas eran las administradoras que organizaban tanto su espacio privado, como el espacio público. Por ejemplo, los Acllahuasi, que fueron espacios exclusivos de mujeres, tuvieron el control de la administración regional durante el Incanato.  Se ha hablado de los Acllahuasis como las casas de las vírgenes del sol, como el harem del Inca… Nada que ver, eran espacios acotados del poder femenino al que no ingresaban varones.

 

¿Alguna vez el hombre estuvo implicado en el cuidado? Me parece pobre verlo solamente en ese rol bélico.

Pregúntale a un hombre, no es triste para él, porque él siente que está cumpliendo su rol, está muy bien en lo que está haciendo. Es más, muchas mujeres quisieran estar ahí, para no tener que permanecer aisladas en la casa y en actividades sin prestigio. Noto por tu pregunta que las mujeres jóvenes insisten en querer cambiar al otro, pero ese es tu deseo porque no estás contenta con el rol que desempeñas.

 

Más que con el rol, con la valoración del rol, que te termina haciendo más pobre, que te quita oportunidades de desarrollo… Porque la valoración de la sociedad es la que está finalmente poniéndonos a las mujeres en ese lugar de opresión.

¿Sabes cómo se les llama a las Venus paleolíticas? Venus Parturientas, porque todas estaban con los pechos hinchados,  les salía leche, estaban embarazadas o dando a luz. Eso era lo que tenía valor, el cuerpo femenino creador de vida. El valor de una mujer comenzaba a partir de su naturaleza, de lo que su cuerpo era capaz de dar, y esto era valorado por su sociedad. Para la sobrevivencia eran importantes las mujeres, pues, creaban seres humanos; y, además de parirlos le aseguraban la vida en los primeros años, con la leche materna. Por eso, las diosas eran nutricias y las mujeres que realizaban esas actividades tenían poder, porque eran las que aseguraban la sobrevivencia y el desarrollo humano.

Eso es lo que tienes que revalorar. Ahora la mayoría de las jóvenes retrasan el primer embarazo, porque si te embarazas a los veinte o antes no puedes hacer tu carrera, no puedes estudiar… Un bebito es un estorbo en tu proyecto de vida, cuando debería ser a la inversa.  Es la maternidad la que ha sido desvalorizada; una función única que tiene nuestro cuerpo, que no tiene el de los varones. Y nosotras somos cómplices. Hemos dejado desarrollar el dilema. ¿Te quedas con tu hijo o te vas a cantar, ensayar, capacitar…?  Bueno, esta visión es la que debe cambiar.

 

 

Nosotras pensábamos hablar del profundo simbolismo que tienen para ella los objetos que la rodean, pues vidente e historiadora, es decir, atraviesa las cosas con una doble mirada de rayos x, pero Maritza, tiene menos ganas de hablar de eso, que de su trabajo. Eso es lo que le apasiona. Lo que para nosotras era materia de curiosidad para ella eran obviedades.

 

Por ejemplo, pensamos que, dado que su departamento queda en Miraflores y debido a su vocación y su conexión, tal vez Maritza hubiera preferido morar en otro lugar, lejano, místico, natural... Pues no, nos dice:

 Este edificio está construido sobre lo que, hasta los años 60, se llamaba “La huaca chica” y era parte de la Huaca Pucllana. Ésta, en su primer periodo, pertenece a la Cultura Lima, que fue gobernada por mujeres y las diosas eran las deidades principales. El espacio que abarcaba la Huaca Pucllana era mucho más grande del que ahora vemos, pues ha sido reducido por el crecimiento urbano. Pero acá, este sitio donde estamos, era una zona sagrada. No fue por casualidad que mi padre escogió este sitio para regalarme un lugar donde vivir. Y éste siempre ha sido mi refugio, el lugar donde aprendí a leer los pallares, donde escribo y donde viví con mi hijo.

 

 

Tiene un hijo, una nuera, 4 nietos y unos padres en el recuerdo con los que siente que ya cumplió. Ahora se expande a gusto en su inmejorable locación, donde puede levantarse de madrugada tras algún sueño premonitorio; si quiere, prender todas las luces, poner música, leer o escribir en cualquier parte de la casa. Ella dice necesitar su espacio para ella sola.

 Hace muchos años que se comunica con otras inteligencias a través de los pallares. Ahora siente que su misión es transmitir su saber. Por eso, sus pallares de hoy en día, tienen anotaciones, pues, está sistematizando la lectura. ¿Es posible? Ella misma no sabe explicar por qué, pero sí, y ya ha encontrado muchos patrones de lectura. El método que se infiera de esta investigación, será publicado y enseñado.

 Estoy dejando huellas para que otros la sigan, para que este espacio geográfico que es el Perú, recupere los conocimientos y saberes que se tenían antiguamente, y que hoy pueden marcar una forma de desarrollo diferente. Y creo que las mujeres tenemos un papel importante en esto. El oráculo de los pallares Mochica del siglo II d.C. ha vuelto en el siglo XXI, porque es preciso que se conozca. Por eso estoy creando “un manual”. Este año organizaré un taller de lectura de pallares.

 

¿Solamente pueden leerse elementos sagrados, o hay otros objetos que pueden leerse?

Sí. No todo el mundo lo hará con los pallares, puede que tengan otras antenas con las que se comuniquen mejor, se conecten mejor y desarrollen su propia ritualidad.

Maritza ha leído los pallares Mochica a muchísimas personas, incluidos personajes públicos. La mesa en la que los recibe, es la mesa de su comedor, que adecúa restando dos sillas al juego para quedar en un espacio con 4 horizontes. Cubre la mesa con una manta, que siempre cambia; esta vez, es una hermosa manta shipiba, que alguna vez fue la falda de una mujer comerciante que Maritza conoció en un viaje.

 Sobre la manta, un pañuelo blanco delimita el espacio donde se hará la lectura. En el medio de éste, los pallares se depositan en una copa ritual, que es réplica de las que utilizaban las sacerdotisas mochica y que, en su versión y tiempo original, a veces, portaban sangre.

 

 

Los pallares de Maritza son especiales, no solo por su historia y sus patrones naturales en blanco y negro. Lo son también por las pintas de colores hechas a mano por ella y por sus recientes anotaciones a lápiz con fines pedagógicos, ello nos refleja que su conversación con el oráculo es fluida y auténtica.

contacto de Maritza : pallaroranek@gmail.com

entrevista y conversa : Giovanna Nuñez . Roxana Doig