Aileen Gavonel (1989). Artista plástico.
Estudió grabado, pero otros formatos y materiales la han atraído. Desde hace unos años, la materia de la arcilla es en la que se sumerge cada día. Aunque, a su modo, siempre estuvo.
Salí de la universidad y decidí empezar mi taller de cerámica. La cerámica era el soporte que le daba sentido a las cosas de las que yo quería hablar. En grabado me relacionaba más con el papel, que es algo que usamos para anotar, para recordar todo. Por otro lado, la cerámica es algo cotidiano, todo el mundo se puede relacionar con ella; es noble, cualquier persona la puede entender. Entonces, encontré que podía hacer papeles de cerámica; empecé imprimiendo huellas. El grabado es el arte de la huella, y sentía que la cerámica era un buen material para recordar huellas, que tenía memoria: una caricia, un golpe… Lo que sea.
Tuve la suerte de que mi papá había hecho cerámica hace mucho tiempo y tenía un hornito. Le dije mi plan de vida después de la universidad y me dijo “cuando tengas tu propio taller, te voy a dar el horno”.
Me mandé a hacer mi taller de cerámica porque quería hacer mis trabajos y no estar dependiendo de otras personas. Y, aparte, quería hacerlo más experimental. Pensé, cómo hacer esto viable. Empecé con uno de mis mejores amigos, que también es artista. Decidimos montar el taller y dar clases. Comenzamos poquito a poquito, con pocas piezas, trabajando un poco en silencio, viendo como iba cuajando la cosa.
facebook: taller dos ríos
Justo unos amigos que tienen una galería afuera, nos invitaron a exponer a Estados Unidos. Entonces, nos fuimos con todas las cerámicas que habíamos hecho y montamos una muestra que se llamó Yaku’s Ride, algo así como, “El viaje del agua”.
En este viaje conocimos los talleres de gente joven como nosotros que estaban proponiendo cosas nuevas en cerámica, y dijimos “ya, nos mandamos a hacer un taller de cerámica regresando a Lima”.
Precisamente se estaba habilitando este espacio, y nos vinimos con todo. La motivación que tenemos es hacer nuestras cosas pero también enseñar qué es la cerámica, especialmente en el país en el que vivimos, donde ha sido tan importante en la historia. Hay tanta cerámica y tantas cosas por saber, que es fundamental enseñar cómo se hace.
Queremos seguir fomentando que vengan artistas de afuera, presenten su portafolio y enseñen las diferentes posibilidades que hay con el material. Ver las variedades de arcillas que hay de cada zona.
El otro día un amigo hablaba de la energía gravitacional, la gravedad existe, estamos pegados a la tierra. Los objetos también tienen una energía, y uno creo que tiene que poder equilibrarlos para que te vayan guiando en tu camino, para que te vayan ayudando.
Acá trabajo con dos hombres, son mis socios, es un espacio compartido. Ellos son bien prácticos: vienen, trabajan, hacen lo que tienen que hacer, no les importa si esta desordenado o no. Yo me vuelvo loca.
Soy bien maniática para algunas cosas. Para poder crear necesito un momento especial. Aunque a veces te agarra la viada y no importa nada; pero, no sé, el orden para mí es bien importante. De repente soy muy sensible en esta energía gravitacional. Se ríe.
En el tiempo en que ordenas las cosas, procesas. Ordenas tu mente, ordenas lo que vas a ir haciendo. No digo que sea la persona más ordenada del mundo, pero todo ese ritual del orden es primordial antes de sentarte a crear y a concretar cosas, si no, tu suelo está un poco desbalanceado.
Tengo la necesidad de tener siempre mis propios espacios. Siento que soy bastante rebelde, me gustan las cosas a mi manera. Cada año mi cuarto era una cosa distinta porque me cansaba. Me encerraba y lo transformaba.
(Sobre la pieza colgante que dice “me uniré en tu tierra”).
Me encanta la música, es tan vibrante…
A veces, me encanta escuchar música criolla y esto (el cartel) es de la canción Contigo Perú. Me pongo recontra filin y siento todo lo que escucho, me lo imagino. Hay una parte en esa canción donde dice “me uniré en la tierra, contigo Perú”, y, un día que estaba trabajando con la tierra esa frase me removió y dije “¡mierda!, en algún un momento voy a terminar aquí”.
Estoy cantando, he retomado la guitarra, pero estoy haciendo covers nomás, de Perota Chingó, que me encanta.
¿Qué es lo que más te gusta del taller?
La luz. El espacio tiene muy buena energía. Siento que tenemos todo a la mano. Si quiero hacer un bote gigante, tengo los materiales para hacerlo. Siento que es un espacio cómodo para mí.
¿Qué cambiarías en tu taller?
Me gustaría tener una polea para poder subir las cosas (el horno está en el segundo piso). Cosas prácticas. De ahí, no hay nada que realmente cambiaría.
Si transportaras tu taller a otro lugar, ¿a dónde sería?
Me encantaría tenerlo en Pulpos, esa playa me encanta; yo iba desde chiquita. Hay unas casas que tienen vista al mar y ahí te juro que tendría mi taller y viviría feliz de la vida.
¿Cocinas?
Mi comida favorita del día de hecho es el desayuno. Los jugos, me encantan y soy bien de sanguchitos. Al almorzar, no me gusta almorzar sola, para nada; si voy a comer sola, prefiero comer en la calle.
¿Qué aromas te gustan?
La salvia blanca. Al comienzo, cuando recién la olí dije “¡aj! ¡Qué horrible!”. Huele fuerte, huele como a axila. Me lo presentó una amiga de Estados Unidos que siempre estaba limpiando todo en su tienda. Lo usan los nativos americanos para limpiar, es como su palo santo. Más que su olor, me gustaba que anulaba los otros olores que había. Es tan fuerte que abraza todo y limpia. Me da tranquilidad, me da paz.
la salvia blanca y dos de sus libros preferidos
¿Tienes mascotas?
Todos los animales me gustan, pero más, los perros. Yaku era mi perro por eso le dedicamos la muestra Yaku’s Ride. El viaje de Yaku, era acerca de este perro que se iba de viaje al otro mundo, era una tumba pero bien lúdica; una manera distinta de encontrarse con la muerte.
¿ y las plantas?
Ahora que me he mudado sola, he encontrado que me gustan las plantas. Cuando vives con tus papás, no te das cuenta de muchas cosas porque te ayudan en todo, te limpian, etc. Pero ahora que tengo que regar las plantas, les converso un poco. El chico que nos alquila es de forestales y tiene un vivero arriba, entonces, me ha acercado un poco más. El hecho de estar cuidándolas, poniéndoles agua… te dan un ritmo agradable. Empecé con plantas más recias, la más delicada que tengo es el helecho. Se ríe.
¿Qué te gusta coleccionar?
Piedras. Cuando voy a la playa recojo rocas. Hay una técnica de cerámica que se llama el paleteo, usas piedras para ir formado las cosas, tengo varias piedras que voy usando para ir modelando. Desde hace unos tres o cuatro años que recién colecciono y las tengo en mi casa. Las escojo porque están ahí o llegaron a mí… Le encuentro la magia a las cosas que llegan a mí. Como un regalo, que de repente no me gustó, pero después lo uso tanto, que ya se vuelve mío. Les encuentro un montón de simbolismos, los objetos los hago míos y ya los veo bonitos.
¿Qué nunca tendrías en tu casa?
Últimamente no me gustan los microondas mucho.
Algo que hayas querido y te lo hayas dado…
Siento que, a veces, tengo suerte para encontrar cosas. Esto es tonto, pero tengo una fijación con los zapatos. No es que me encante comprar zapatos, pero le agarro camote a un zapato y no lo suelto. Son como mis zapatos de la suerte y es difícil que los deje ir. A la mayoría de ellos les he metido cerámica y luego al horno para que se queden conmigo (muestra las sandalias)… Esa es la piel de unas sandalias que tenía, los recuerdos de un verano, una cosa así. Me gustan los objetos, les encuentro un montón de valor. Les creo una historia a cada uno, una imagen, una cosa así, rara.
(Después de la entrevista, Aileen se fue a Tarapoto a conocer una comunidad de mujeres ceramistas, las Huancas).
sandalias intervenidas
entrevista y conversa : Giovanna Nuñez . Roxana Doig