MORADA 42
fundo chincheros / puno
Gabriela Vargas muestra su morada en Puno y nos cuenta el camino hasta llegar aquí.
De estudiar arquitectura aprendí lo importante que es el espacio que te rodea. Es el contenedor de todas tus actividades y por ende no puede pasar desapercibido o ser tomado por sentado. Pero no fue sino hasta que tuve mi primer departamento que me di cuenta lo importante de tener un espacio propio, no importa el tamaño, forma, etc. pero que sea tuyo y lo puedas hacer tuyo. Ahí en ese momento empecé a enrumbar en el camino que estoy ahora. Empecé a amistarme con mi yo original, puliendo el que la sociedad te va amoldando hasta llegar a ser alguien que encaje.
Pasó un poco más de tiempo para llegar al momento en el cual me encuentro, en esta modesta morada a 3800 m.s.n.m. en medio del campo ya que por fin le hice caso a mi instinto y terminé de deshacerme de lo que no quería para encontrar lo que realmente me hacía feliz (por más cursi que suena esa expresión). En este lugar decidí dejar mi carrera, vendí todas mis cosas, empaqué lo poco que me quedaba y me mudé para hacer lo que siempre quise: dibujar todo lo que no dibujé en 30 años, crear, pintar y todo lo que venga con ello. Junto con Zezé mi pareja, decidimos establecernos aquí por un tiempo para cumplir su sueño de convertir su hogar de la infancia, esta casona hermosa del siglo XIX, en un hospedaje que casi está listo (aunque ahora en una pausa). Tocino nuestro perrito y amor de nuestras vidas nos acompaña en esta aventura.
Nuestra casa es lo menos convencional que existe ya que no es una casa per se. Es una fila de habitaciones que se conectan por el exterior; eso quiere decir que al despertar si queremos tomar café tenemos que salir al exterior para entrar a la cocina, lo cual en algunos días helados es un reto, pero en general no hay nada más delicioso que estar cuasi obligado a salir cada vez que te quieras mover a otro ambiente. Cada espacio tiene ventanas hacia el exterior dejando entrar mucha luz y también acumulando bastante calor para la noche.
El tiempo avanza distinto aquí en el campo, salvo el amanecer o atardecer, en el resto del día es difícil llevar la cuenta de las horas ya que no hay nada que las delimite, no hay tráfico alrededor, ni bulla de la gente en la calle… sólo pasa el tren que va de Puno a Cuzco a las 8 a.m. frente a nuestra casa y es nuestra señal de empezar el día.
Mi estudio es mi lugar de ensueño, nunca había tenido un espacio para trabajar, siempre fue mi sala o comedor lo cual me limitaba, ahora tengo este espacio dedicado 100% a crear, y ha hecho que mi mente vuele y empiece a hacer y deshacer con todas las ganas del mundo. De Lima sólo traje la mesa de pino que me acompaña desde que empecé a hacer caligrafía y luego dibujar, está manchada con tinta por todos lados, es lo más cómoda que existe y tenemos muchas historia juntas, como para no dejarla ir. Todo lo demás lo encontré aquí en el fundo, y lo fui armando poco a poco, igual es un espacio que va mutando dependiendo de lo que estoy haciendo en el momento, eso sí, siempre intento tener un espacio libre donde entre mi mat para hacer yoga en las tardes; una práctica que había dejado un poco y que iniciada la cuarentena retomé intensamente porque mi mente lo necesitaba urgente, y debo acotar que hacer yoga con esta altura es un reto que me sigue costando.
Nuestra habitación es súper simple, queríamos tener un espacio para desconectarnos de todo y liberar nuestras cabezas antes de dormir. Lo delicioso es que al abrir la puerta vemos todo el campo, y la luna asoma por nuestra ventana, si estamos en la cama podemos tener en frente una luna que parece de cuento de hadas, o también es delicioso tomar café con el aire de la mañana entrando directo a nosotros desde el campo.
Nuestra cocina ha sido el último espacio que hemos acomodado, apenas empezó la cuarentena nos dimos cuenta de la necesidad de terminar nuestro refugio y como muchos, dedicarnos a cocinar todo lo que queríamos para sentir algo de seguridad y calmar esos momentos tan inciertos. Como no podíamos comprar materiales todos los muebles los armó Zezé con los pedazos de madera que teníamos. Repintamos un mueble metálico que compramos en la cachina, le cambiamos los tiradores y usamos correas de cuero de los caballos, que no se usaban, más para hacer los tiradores. Le colocamos un tablero de madera en vez de la formica rota que tenía en un inicio. La cocina la compramos de un restaurador de cocinas antiguas también en la cachina, nos parecía que no encajaba poner una cocina nueva en un espacio como este. Lo demás fue armándose poco a poco durante el primer mes de la cuarentena. Todo se fue acomodando a medida que íbamos usando la cocina, hicimos que el espacio se amolde a nosotros y ahora es el lugar en el que más rato estamos juntos, porque los dos, mejor dicho los 3, amamos comer.
Zezé pasó los primero 8 años de vida en el Fundo Chincheros, la historia del lugar es curiosa porque va desde ferrocarriles inundados, capillas coloniales, herencias, apuestas en juegos de billas y hasta una época que estuvo abandonada, sus padres lo compran en 1982 y fue el resultado del “mínimo inafectable” de la Reforma Agraria por lo que la casa hacienda con su capilla colonial quedaron intactas a través de los años. Ahora ha acondicionado la casa como hospedaje que viene funcionando desde hace unos años, con sólo 4 habitaciones y ampliando 2 más manteniendo el estilo rústico y lo más original posible.
Es un destino perfecto para quienes desean escapar de las multitudes, venir en familia o en pareja, disfrutar de la tranquilidad del lugar, del paisaje y del contacto con los animales, también es un lugar perfecto para estancias más largas para trabajo, retiro de salud o simplemente para relajar.
Y es así como nos deshicimos de muchas cosas para llevar una vida bastante simple y creo que no éramos conscientes de cuanto más íbamos a ganar cuando dejamos ir todo lo que no nos servía y permitimos que venga todo lo que en verdad queríamos.
fotografía : Gabriela Vargas Telaya / Jorge Morales Avendaño / Claudio Gordillo
Contacto para hospedaje en el fundo: www.fundochincheros.com
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